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Las declaraciones de Dani Rodríguez post partido en el Bernabéu no pasaron desapercibidas en el mundo del fútbol y menos todavía en el sector mallorquinista.

En un primer post, el capitán balear dejo claro su malestar por no haber jugado, aludiendo a que salió por delante de el un compañero que solo llevaba un entrenamiento con el equipo (Jan Virgili).

Más tarde, en lo que parecían unas declaraciones donde quería explicar su enfado y dejar claro que no tenía nada en contra de Jan, no hizo más que avivar aún más el enfado que la afición mallorquinista tenía con su capitán y los que criticaron a Dani en un primer momento, aumentaron el nivel de sus críticas.

 

La reacción del club

El Mallorca, lejos de pasar por alto el episodio o tratarlo de forma interna, optó por una decisión contundente: suspensión de empleo y sueldo, además de la retirada inmediata de la capitanía. Un gesto con un fuerte simbolismo que evidencia que la directiva y el cuerpo técnico no estaban dispuestos a tolerar lo que consideran una falta de disciplina grave.

Desde el punto de vista institucional, la medida busca enviar un mensaje claro: la jerarquía del vestuario la marca el entrenador y ningún jugador, por veterano o carismático que sea, está por encima del colectivo. Sin embargo, la dureza de la sanción también genera interrogantes: ¿era necesario un castigo tan severo?

En este sentido, la gestión de crisis del club ha sido cuestionada tanto por la prensa como por la afición. Muchos recuerdan que Dani Rodríguez fue protagonista en los ascensos recientes y en la consolidación del Mallorca en Primera División. Su compromiso nunca se había puesto en duda. De ahí que la ruptura resulte tan abrupta e inesperada.

 

La afición, dividida

Entre los seguidores bermellones, el caso ha generado opiniones encontradas. Una parte de la afición entiende que el club debe ser inflexible con actitudes que puedan romper la disciplina grupal. El respeto al entrenador es una norma básica. No obstante, otra parte se muestra comprensiva con Dani Rodríguez, recordando su trayectoria, su compromiso y la entrega que ha demostrado durante años.

En redes sociales se han multiplicado los mensajes de apoyo al jugador, muchos de ellos lamentando que un ídolo del mallorquinismo se marche por la puerta de atrás. También se percibe cierto temor a que el conflicto afecte a la estabilidad del vestuario y al rendimiento deportivo de un equipo que, como cada temporada, tiene como principal objetivo asegurar la permanencia en la máxima categoría.

 

Las declaraciones de Dani Rodríguez son desacertadas tanto en cuanto a las formas y a que un capitán fuese tan impulsivo a la hora de hacerlas. También que Jan Virgili, con 19 años y recién fichado, entrase en la ecuación, avivó las críticas por dar esa «bienvenida» a un jugador que debutaba en Primera División.